Dice adios Gabriel, el niño que sobrevi…

Su llanto se escucha en toda la sala de hemodiálisis. Su resistencia a ser conectado a la máquina que limpiará su sangre es evidente, mientras una enfermera empuja su silla de ruedas hasta la camilla donde pasará cuatro horas.

Su madre no puede evitar soltar unas lágrimas mientras ve a su hijo llorar, temeroso por dializarse. Ese drama se repite todos los lunes, miércoles y viernes cuando Gabriel, el más pequeño de la sala del Centro de Hemodiálisis del Hospital del Niño Manuel Ascencio Villarroel recibe el tratamiento.

Una vez que el momento de la dolencia pasa todo cambia y el pequeño está dispuesto a ver una película o escuchar las historias que la compañera de la otra máquina tiene para contarle de su jornada en el colegio, al que un día Gabriel sueña con asistir.

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